Foto: Lulu Hoeller |
La realidad es que buena parte de nuestra privacidad depende de nosotros mismos, es decir, de las contraseñas que asignemos a nuestras cuentas de correo electrónico, que utilicemos para entrar al banco online o a nuestras redes sociales favoritas como Facebook y Twitter. Además otra gran cantidad de servicios en la red como páginas de comercio electrónico, plataformas de juegos “en línea”, almacenamiento en la nube y un largo etcétera más, dependen de estas “claves secretas”.
Los últimos estudios en materia de seguridad, revelan que visitamos con cierta frecuencia alrededor de 25 sitios diferentes que necesitan “passwords” y casi un 75% de personas utilizan la misma contraseña para acceder a varias de estas páginas, con la excusa de poder recordarla fácilmente.
Este es el primer error grave que debemos de subsanar, ya que bajo ningún concepto es aconsejable usar la misma combinación de caracteres en diferentes cuentas, porque si alguien la descubriese le habríamos puesto en bandeja toda nuestra información personal, o dicho de otra manera, vendría a ser como un “suicidio digital”. Lo mejor es que cada “site” disponga de su propia contraseña diferente a la del resto.
Otra equivocación muy común es guardar en el ordenador portátil un archivo con la recopilación de las diferentes passwords. Esto también debe evitarse ya que si algún hacker entrara en nuestro equipo nos habríamos quedado literalmente “vendidos” y tendría en su mano todos nuestros datos. Por otro lado más de un 30% de los usuarios de móviles almacena en sus smartphones sus contraseñas personales, lo que también se convierte en un problema cuando lo perdemos o nos lo roban.
En todo caso el punto más importante es utilizar una clave segura. Por ejemplo en el caso de los códigos PIN que se usan para proteger las tarjetas del banco, la mayoría de usuarios escogen combinaciones de números bastante predecibles como «1234», «1111», «0000», «1212», «7777» o el año de nacimiento.
En el caso de las contraseñas ocurre más de lo mismo. Muchas personas demuestran su falta de imaginación utilizando su nombre de pila o la ciudad dónde han nacido. Por ello los expertos en seguridad recomiendan que la mejor estrategia para proteger nuestros datos confidenciales, es combinar aleatoriamente letras mayúsculas y minúsculas, números y símbolos diferentes, con al menos ocho caracteres.
En conclusión, mientras más larga y compleja sea la contraseña, más difícil será que descubran nuestro código de acceso.
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