Fotografía de S zillayali |
Cada día escuchamos hablar más de las impresoras 3D, una tecnología que va a revolucionar no solo la industria en todos sus campos, a través de multitud de aplicaciones, sino que a buen seguro se convertirá en una herramienta de gran utilidad en millones de hogares en todo el mundo.
Si esto es así, ¿cuál es la razón por la que todavía no tienen un uso generalizado? La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en las patentes. Vamos a explicarnos: actualmente las impresoras en tres dimensiones utilizan un sistema conocido bajo las siglas FDM, que funciona colocando diferentes capas de plástico fundido, de manera que al enfriarse se solidifica, conformando el objeto que se ha impreso. El problema de este proceso es que el acabado no es perfecto, quedando algunas imperfecciones en el producto final.
Por otro lado ya se está preparando una nueva generación de máquinas que incorporan otro tipo de tecnología llamada SLS, que son las siglas en inglés de la “sinterización láser selectiva”. Este otro método usa una resina semisólida que al ser calentada con un láser acaba solidificándose. Se trata de un procedimiento que tiene la ventaja que permite operar con diferentes materiales, a la vez que con el láser se obtiene una mayor definición y precisión que con los inyectores-extrusores de los dispositivos FDM.
Mientras que la impresión basada en el “modelado por deposición fundida” (FDM) está libre de patentes, en el caso de la “laser sintering” (SLS), no será hasta febrero de 2014, cuando se liberen todas las patentes que pesan sobre las impresoras láser 3D. Aquí está la clave de todo y la razón por la que los fabricantes están esperando que caduquen estas patentes para sacar a la venta estas máquinas “estereolitográficas”, lo que también redundará en una oferta más variada y de mayor calidad.
Otro punto importantísimo es el precio. En el año 2009, cuando venció el copyright de la tecnología FDM y cayeron los costes de estas impresoras, pasando de costar miles de euros a solo unos cientos, muchas empresas se lanzaron a comercializarlas y comenzaron a conocerse, no solo entre las pequeñas empresas sino también entre el público en general, de manera que incluso algunos usuarios empezaron a fabricarse de forma casera sus propias impresoras 3D.
Ahora con el proceso SLS se espera que pase de forma similar, y que el año que viene al finalizar las patentes y con la disminución de los costes, ojalá por debajo de los mil euros, muy pronto la popularidad de estas impresoras 3D láser será imparable, y podremos ver una en cada casa.
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